miércoles, 8 de enero de 2014

Hasta la terminal, por favor - Mariana Avendaño

Hasta la terminal, por favor

Buenas tardes. Hasta la terminal de Retiro, por favor.

Así como me ve, esto que estoy haciendo es algo increíble. Me imagino la felicidad que va a sentir. Dudé bastante de qué hacer, pero mi psicólogo dice que tengo que respetar lo que siento sin juzgarme tanto, dejarme llevar. Aunque… Tal vez tendría que haberle comentado esta idea que se me ocurrió ahora. Pero bueno, hoy me di este permiso.

¿Seguirá este clima? Espero que sí, porque no llevo abrigos. Después de todo, el viaje dura solo unos días, el clima está bastante cálido y no quería andar cargando demasiadas cosas. ¿Qué? ¿Cómo dice? ¿Que está pronosticado tormenta con ráfagas eléctricas? No lo puedo creer, y yo con esta ropa de primavera… Bueno, ¡mejor! Así nos quedamos todo el tiempo encerrados y juntitos. Ya lo dice mi psicólogo: a veces lo inesperado resulta mejor. Ay… Qué romántico… De sólo pensarlo ya quiero estar allá.

He viajado bastante, pero al interior de Buenos Aires, nunca. ¿Usted conoce? Tal vez me puede orientar. Me habló de La Laguna de Lobos; un lugar exótico y de gran valoración histórica, que tiene aguas paradisíacas y que nos podemos hospedar en unos bungalows a la orillas de la laguna. ¿Cómo dice? ¿Que a la Laguna de Lobos solo van los pescadores y que de exótico no tiene nada? ¿Que en esos bungalows nos vamos a morir del frío y que suele haber pulgas? Ay, pero… ¿Está seguro? Cómo se ve que no lo conoce, él es muy sofisticado y debe querer probar nuevas emociones conmigo. ¡Qué aventura!

Perdón, ¿cómo me decía?... ¿Ve? Todo el tiempo es así, me escribe y me escribe. Es lo único que disfruto de la tecnología, la posibilidad de estar conectada todo tiempo con la persona amada, aunque no puedas estar con él físicamente. Todas las mañanas estamos comunicados, porque usamos eso… ¡Sí, el WhatsApp! y ¡cómo nos divertimos! Incluso cuando no podemos hablar, porque es fin de semana, puedo ver si está o no “en línea”. Es emocionante. Los fines de semana él se dedica mucho a su familia y yo no quiero interferir en eso. Tiempo al tiempo. Por ahora, disfruto las mañanas virtuales con él y nuestros encuentros ocasionales, algunos programados y otros no. A él le encanta sorprenderme y caer en mi departamento sin avisarme, y yo me muero de amor cuando lo veo. Ratito libre que tiene, él aprovecha para verme.

¡Ay, si lo conoceré…! Me acuerdo cuando logró zafar de su casa ese lunes, para venir a cenar conmigo. Fue una sorpresa porque yo no lo esperaba. No sé qué mentirita le dijo a la mujer y cayó. Yo estaba casi en pijamas y él, ¡divino! Ni siquiera le importó que esté de entre casa y bueno, se conformó con comer mi cena, porque yo no había preparado para dos. Él es fanático de mis milanesas a la suiza. Pobre, qué hambre que tenía, se ve que su esposa no es muy amante de la cocina, todo delivery. ¡¡Y él aguanta todo!! Yo sé que si tarda tanto en tomar la decisión de separarse es por ese corazón de oro que tiene. Piensa más en el otro que en sí mismo…


¿Cómo dice? ¿Si saqué el pasaje con anticipación? No, es día martes, quién va a viajar un martes.
Qué raro, no contesta mis mensajes, a ver si se pensó que era una joda esto de que iba a ir para allá, es tan ocurrente. Sí, claro... Debe estar en una reunión. Éste es un viaje de trabajo, que estemos conectados todo el tiempo no implica que él no esté trabajando. Ya sé, ¡me vuelvo muy demandante! Eso también lo estoy trabajando en terapia. Voy a aprovechar para maquillarme. Tengo que verme linda, en estos días voy a ser la protagonista de esta historia. Eso me entusiasma más.
Sigue sin responder. Es que él está tan ocupado. Debe estar haciendo las reservas a la orilla de esa laguna. O tal vez no llega la señal de teléfono. Bueno, qué más da, ya me va a contestar o llamar. Esto es muy emocionante para los dos. ¿Que cuánto hace que estamos? Bueno… Si cuento bien, desde la primera vez… unos… cuatro años, tal vez un poco más.
Pero mire que desde el espejo le veo la cara. No es fácil tomar una decisión cuando los niños son pequeños, porque a su mujer ya no la tolera y son muy independientes, pero los chicos no. Mis padres se divorciaron de niña y sé que es difícil.

¡¡Ahí está!! Me acaba de llegar un mensaje. Yo soy muy insegura pero él no. A ver, ¡¡ay!! De los nervios no puedo desbloquear el celular… Ya está, a ver qué me dice: “negrita hermosa, me vas a matar pero tuve que volver de urgencia. A mi mujer le dio diarrea y tengo que asistirla. Bichito, perdóname pero no puedo decirle que no frente a una emergencia así. Tuve que dejar todo lo que estaba haciendo porque ella estaba angustiada, porque no es de tener diarrea. Por el contrario, es de vientre seco... Igual no va a faltar oportunidad de organizar otro viaje con vos porque a partir de ahora voy a viajar por trabajo más seguido. Besos y hablamos el lunes”. Y ahora está desconectado.

¿Perdón? ¿Cómo dice?… Sí, me quedé un poco sorprendida. El lunes… ¿Qué voy a hacer hasta el lunes? Bueno, aunque pensándolo bien, si usted dice que está pronosticado tormenta… Tal vez sea mejor. Toda ropa de verano me llevaba, ¡un papelón! Además ya lo dijo él, vamos a tener otras oportunidades de viajar.
Le dije que él era muy generoso, piensa más en el otro que en sí mismo. Seguro ésa no tiene nada pero lo psicotapea, psico… Bueno, lo vuelve loco, todo el tiempo, qué bruja.
¡¡Eh!! Entre tanta vuelta el taxímetro ya marca $100 pesos. No, por favor dé la vuelta por autopista, lléveme para mi casa.

Y… Pensándolo bien, la culpa de todo la tiene mi psicólogo y esos consejos que me da. Qué difícil es encontrar profesionales como la gente, ¿no le parece? Ya es el tercer psicólogo que tengo que cambiar. Está lleno de chantas.


Mariana Avendaño

Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje a partir de la lectura de cuentos de Edgar Allan Poe



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