Viniste
en un sueño vestido de formas y matices. Estuviste paseándote con
otra gente, vestido del hombre más deseado y de la mujer más dulce.
Te veías desnudo, por momentos, andando con desparpajo.
Yo,
incrédula. Cuando te veía de espaldas me preguntaba por tu rostro,
y en eso sigo.
Si
me fijo en tu boca se escabullen tus pómulos y tus ojos me llevan a
otro sueño. Es tu expresión entre soñadora y doliente la que me
enamora.
No
entiendo lo que decís. Hay algo de oscuridad que se cuela en tu
piel.
Seguís
hablando. Hay unas manchas que amenazan tu existencia, que ahuecan tu
cara. Seguís hablando.
Te
miro, no sé quién sos, tengo partes tuyas en mi retina.
Sé
que no existís pero te busco.
Sos
anónimo, imposible, y te amo.
Hay
algo que nos quita el futuro, que nos mata a vos y a mí. Intento
entender esta infelicidad pero te vas, de otra mano, a un mundo sin
sueño, a la línea de tristeza donde la alegría se destiñe.
Yo
puse eso en tus ojos. Ahora mi corazón late como si te tuviera acá
conmigo.
Lorena Suez, 2015.
Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje.
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