jueves, 29 de julio de 2021

Virginia en Ventana a la escritura

 


Apenas se largó, empezó a escuchar un theremin. Deben ser las tuberías y las chimeneas viejas que a veces cantan, se dijo. Pero cuando el relámpago iluminó el patio, le pareció ver una sombra, o varias, brillando y bailando bajo la lluvia, como había brillado y bailado ella alguna vez.

El granizo comenzó a invadir el pasto y, por el frío, permanecía visible un ratito más de lo habitual. Parecen copitos de nieve, pensó. Perlitas sobre una alfombra verde. Las sombras se fueron, una a una, desaparecieron y solo quedó un escenario vacío.

Esa tormenta le parecía, de alguna forma, no algo literal que estuviera ocurriendo en ese momento, sino una metáfora de la realidad, algo abstracto y misterioso que había que desentrañar.

Cuando el cielo se desborda, llueve, le decía siempre su mamá. Y era así, también con las personas. A veces ella también se desbordaba y podía causar rechazo, pena o rabia a los demás. Pero nunca había causado miedo. Cuando él, cuando ellos se desbordan, siempre nos da miedo, nos dan miedo, se dijo. Son como ese granizo inesperado, que nos agarra desprevenidas en las calles, y que deja abolladuras, aunque tardemos mucho tiempo en registrarlas.

O quizás solo fuera el frío y que, como el cielo, ella también de a ratos lloraba. 



Virginia Janza, 2021.

#ventanaalaescritura




No hay comentarios: