Arrullo
Mi incapacidad para expresarme
es asombrosa. No es extraña, ni
siquiera ligeramente interesante, sino
como un sol insondable, un número,
un número que es suma de otros dos números
igualmente insondables, cada uno el único
representante de una infinitud en constante
maduración que nunca va a alcanzar el peso
que necesita el sol para caer.
En el suelo no hay nada
que recoger y examinar.
Está demasiado metido entre las hojas
como para agarrarlo. Y acá estoy, paseando
ociosa, pasando por debajo de él,
con apenas una brisa ligera para recordarme
que hay algo ahí,
el mínimo susurro de aquello
que me calma al punto
de poder dormirme.
Mary Ruefle, Por qué no beso bien.
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